Por qué se enferman las personas

Dr. Andrés Ramírez

Promesas bíblicas

Las siguientes son algunas de las tantas promesas bíblicas que podrán utilizar quienes deseen practicar el Ejercicio Psicosomático de la Escritura (E.P.E.): "Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído...

En los años que llevo trabajando como médico, he aprendido, a través de los pacientes, valiosas enseñanzas las cuales quisiera compartir contigo, esperando que te sean de ayuda como a mí lo ha sido, ya que hay múltiples factores que inciden para que nos enfermemos, pero en forma reiterativa he observado dos, y son las que quisiera compartir.

“En una aerolínea, la sobrecargo le está explicando a una señora lo que se debe hacer en caso de emergencia ante una descompresión en la cabina, que a falta de oxígeno caerían unas mascarillas del techo y que lo ideal es que la señora se ponga primero la mascarilla y después se la ponga a su hijo, a lo que la señora le contestó que eso iba en contra de su instinto maternal, ya que como madre primero se la pondría a su hijo y después a ella. La sobrecargo le contestó: “En su intento de ponérsela a su hijo primero, usted pierde el conocimiento por la falta de oxígeno y no estará en condiciones de auxiliar a su hijo”.

Uno de los elementos que encuentro en muchas personas es que su instinto maternal o paternal es tan fuerte, que están dispuestos/as a sobrellevar relaciones donde se abusa de este instinto, ya que deciden sobrellevar cargas ajenas, ya sea de los padres, cónyuges, hijos o cualquier otra persona necesitada de su cuidado, orientación o ayuda; y que al brindársela se olvidan de sus necesidades, las relegan a planos secundarios, descuidando su bienestar físico, emocional y espiritual. Al llevar estas cargas que no les corresponde, su cuerpo, mente y espíritu sufren. Claro está que las personas que las rodean viven tranquilamente sabiendo que ellos/as cargarán con todo. Es por esta razón que muchas mujeres y hombres, por este instinto tan grande que tienen, sufren, ya que permiten que este los gobierne dejando a un lado lo que la razón dice.

La Biblia dice: “Porque cada una llevará su propia carga” (Gálatas 6:5).

Cada persona es responsable de llevar su propio equipo, a veces ayude tal vez a alguien con su carga, pero Dios le pedirá cuenta de su carga y no de los demás, esa es mi responsabilidad.

Por muy noble que sea lo que yo esté haciendo, si trabajo en exceso o me preocupo de cosas que a mí no me corresponden; si no me doy el tiempo para mis necesidades básicas, como darme el tiempo para desayunar, comer, hacer ejercicio, o me preocupo de cosas que a mí no me corresponden; si yo no lo evito, Dios no podrá milagrosamente evitar que sufra las consecuencias resultantes del quebrantamiento de las leyes que gobiernan mi mente y mi cuerpo.

“Algunos sacrifican las obligaciones físicas y morales, pensando que de ese modo encontrarán la felicidad, y pierden al mismo tiempo el alma y el cuerpo. […] Los tales irán prematuramente a la tumba, y en el juicio se los acusará de suicidio” (YI, abril 1872).

Por eso, el apóstol Pablo sabiamente dijo en Gálatas 6:4: “Así que cada uno someta a prueba su propia obra y entonces tendrá motivo de gloriarse respecto de sí mismo y no de otros”. Esto quiere decir que, cuando hay que hacer un análisis del carácter, lo mejor que debo hacer es empezar conmigo mismo. Es una insensatez tratar de remediar el defecto de otra persona y quedar sin ver mis propias faltas; es mejor dedicar mi tiempo, energía y esfuerzo para remediar el defecto del carácter mío y no el de los demás.

 

¿Cuáles son los defectos de carácter que a mí me corresponden remediar, del cual yo soy el responsable? Yo he visto que básicamente son dos:

  1. Tengo que aprender a evitar reaccionar con enojo a la conducta infantil e inmadura que tienen… (mis padres, esposo, esposa, hijos, jefes, empleados, vecinos, amigos, etc.).

Mientras permanezcamos en el mundo, tendremos que arrostrar influencias adversas. Habrá provocaciones que probarán nuestro temple, y si las arrostramos con buen espíritu, desarrollaremos las virtudes cristianas.

Si Cristo vive en nosotros, seremos sufridos, bondadosos y prudentes, alegres en medio de los enojos e irritaciones. Día tras día y año tras año iremos venciéndonos, hasta llegar al noble heroísmo. Esta es la tarea que se nos ha señalado; pero no se puede llevar a cabo sin la ayuda de Jesús, sin ánimo resuelto, sin propósito firme, sin continua vigilancia y oración. Cada cual tiene su propia lucha. Ni siquiera Dios puede ennoblecer nuestro carácter ni hacer útiles nuestras vidas a menos que lleguemos a ser sus colaboradores. Los que huyen del combate pierden la fuerza y el gozo de la victoria.

Nuestra vida debe estar de tal modo oculta con Cristo en Dios, que cuando hagamos frente a amargos discursos, palabras burlonas y miradas perversas, no permitiremos que nuestros sentimientos se agiten contra nuestros adversarios, sino que sentiremos profunda simpatía por ellos, porque no saben nada del precioso Salvador a quien pretenden conocer.

Debemos recordar que ellos están al servicio del más acérrimo enemigo de Jesucristo, y que al paso que todo el cielo está abierto a los hijos e hijas de Dios, ellos no tienen ese privilegio.  Deben sentirse como el pueblo más feliz que mora en la tierra.  Sin embargo, como representantes de Cristo, son como corderos en medio de lobos, tienen a alguien que puede ayudarles en todas las circunstancias, y no serán devorados por esos lobos, si se mantienen cerca de Jesús.

El hombre más fuerte es aquel que, aunque sensible al maltrato, refrena sin embargo la pasión y perdona a sus enemigos. (Consejos para los maestros, pág. 171).

 

¿Cómo manejar el enojo?

En ciertas circunstancias hay enojo:

Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo (Efesios 4: 26).

a) Reconocer el estar enojado.
b) Pedir tiempo fuera.
c) Liberar la tensión física con una actividad vigorosa.
d) Escribir, hablar sobre la situación.

En otras circunstancias uno no se enoja:

Podemos decir:

 “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas. 23: 34).

                                              

  1. Tengo que aprender a evitar ponerme ansioso por lo que les pueda pasar.

Me refiero a nuestro trato con personas adultas, aunque hay personas que crecen física e intelectualmente, y siguen siendo niños emocionalmente; no lograron la madurez correspondiente a su edad cronológica que tienen, actuando movidos por los sentimientos, las emociones (por el hipotálamo) y no por el pensamiento, el razonamiento (la corteza prefrontal).

“A menos que se percaten de su carácter vacilante y lo corrijan, se verán todos privados de la vida eterna; no podrán resistir los peligros de los postreros días. No poseerán energía para resistir al diablo; porque no saben que de él se trata. Es necesario que haya alguien a su lado para indicarles si se acerca un enemigo o un amigo. No son espirituales, y por lo tanto no disciernen las cosas espirituales. No son sabios en las cosas que se relacionan con el reino de Dios. Ni los jóvenes ni los ancianos tienen excusa por confiar en que los otros tengan experiencia en su lugar. Dice el ángel: “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo” (Jer. I7:5). En la experiencia y la lucha cristiana, se necesita una noble independencia” (Joyas de los Testimonios, Tomo 1).

Los hijos de Dios siempre están siendo probados en el horno de la aflicción. Si soportan la primera aflicción (y aprenden la lección que Dios quiere enseñarles), no es necesario que pasen por segunda vez por una prueba semejante; pero si fracasan se les presenta la prueba una y otra vez, y en cada ocasión en forma más dura y severa.

Hoy puedo decir que me encuentro muy agradecido con Dios, pues me ha acompañado en este proceso maravilloso de liberación. Me siento libre del rencor que acumulé durante algún tiempo, y del cual no era consciente, pero cuando por fin fui consciente de ello, Jesús me permitió liberarme de él, y al día de hoy puedo decir que ya no estoy enfadado. Y también me ha ayudado para poder manejar una situación tan confusa, complicada y dolorosa. Ha sido maravilloso descubrir todo este mundo nuevo que se abrió ante mis ojos, y también la influencia positiva que ha tenido la transformación de mi vida y mi familia ante otros seres humanos. Quiero decir también que el camino no ha sido fácil, pues he tenido que aprender muchas cosas y como usted sabe, crecer duele y se necesita valor para hacerlo.

Yo he observado que cuando una persona, con la ayuda de Dios logra esto, limitando el cambio en su persona, suceden dos cosas en las otras personas:

a) O se adaptan al cambio que hizo.
b) O buscan acomodo en otra parte.

 

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