Ejercicio Psicosomático de la Escritura (E.P.E.)

Dr. Tomás Ramírez

Promesas bíblicas

Las siguientes son algunas de las tantas promesas bíblicas que podrán utilizar quienes deseen practicar el Ejercicio Psicosomático de la Escritura (E.P.E.): "Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído...

Enoc Jiménez padecía disnea, incluso por esfuerzos pequeños. No podía ni siquiera hablar porque se sofocaba. Su piel tenía un tinte azul por la falta de oxigenación en su cuerpo. También presentaba anasarca: hinchazón que deformaba externamente su figura; internamente sus pulmones, riñones y demás vísceras estaban completamente inundados de agua.

Sin duda alguna el diagnósitco resaltaba a la vista: insuficiencia cardiaca congestiva grado IV, pronóstico grave. El paciente llevaba consigo un sinfín de medicamentos, con lo que me percaté de la cantidad de médicos que había visitado anteriormente.

Enoc recurrió a una multitud de especialistas, mas ¿qué pudieron hacer? Nada absolutamente. Ahora él se encontraba ante un médico pueblerino, el último de los médicos, y sin exageración, el menos calificado.

Enoc Jiménez me decía: “Aquí voy a sanar”. Sus palabras resonaban más en mi corazón que en mis oídos. Aquella noche no pude dormir porque en mi mente permanecía viva aquella frase, y el gran esfuerzo y la fatiga que le provocó el pronunciarlas. Pasé la noche en vela orando a Dios, repitiendo varios versículos de la Biblia que me alentaron bastante, porque las promesas del Eterno para mí no son solo promesas, sino juramentos con autoridad a toda prueba. Entre otras, mi mente registró:

“Porque todas las promesas de Dios son en Él SÍ, y en Él AMÉN, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Corintios 1:20).

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7-8).

“Con Dios está la sabiduría y el poder; suyo es el consejo y la intelegencia” (Job 12:13).

“Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia y gozo…” (Eclesiastés 2:26).

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3).

“El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22).

Eran alrededor de las 2:30 de la madrugada hace más de 40 años, cuando estos textos y otros más fueron entretejiéndose en mi mente, mientras el Espíritu Santo de Dios les daba forma, hasta que me hizo concebir un nuevo tratamiento que salvaría la vida de Enoc: el EJERCICIO PSICOSOMÁTICO DE LA ESCRITURA (E.P.E.). Así nació esta bellísima forma efectiva de curación.

Muy temprano esa misma mañana, y con el temor de que ya me huebiera ganado la muerte, busqué a Enoc para mostrarle el tratamiento que salvaría su vida. Él miraba incrédulo lo que le había entregado: ¡varias hojas en blanco y una pluma! Entonces le dije: “Esta es tu receta, escribe en estas hojas las promesas en las que Dios ofrece sanidad. Reclámalas diciendo: ‘Como creo en tus promesas, estoy sano’. Hazlo hasta llenar varias páginas”. Luego le retiré todas sus medicinas, excepto algunas tabletas de Digital, las que fui retirando paulatinamente hasta que solo lo traté con el ejercicio psicosomático.

Cuando Enoc efectuaba el E.P.E lo hacía con gran esfuerzo, puer era tanta la hinchazón que prácticamente no podía escribir. Se agitaba y sudaba tanto que escribir una página le resultaba sumamente difícil; sin embargo, lo hacía con fe genuina. Yo miraba aquellas letras tan grandes como su fe, lo cual me inspiraba a ayudarlo.

Dios de los cielos, te alabo y seguiré alabándote cuando recuerdo este cuadro hermoso que pintaste en un momento de mi vida, en un momento de necesidad física y espiritual. Tú rescataste del hoyo a Enoc. No quisiste que fuera a la sepultura. Y hoy que escribo este testimonio, nuevamente te agradezco, porque sé que Enoc goza aun de salud total, gracias a ti.

El E.P.E. es uno de los principales tratamientos en el Sanatorio Canoas con el que hemos visto muy buenos resultados. Cuando se escriben las promesas de Dios con fe verdadera, confianza y vehemencia continua y repetidamente, el resultado es asombroso. Podemos ratificar esta promesa en los siguientes versos bíblicos:

“Hijo mío, no te olvides de mi ley, y que tu corazón guarde mis mandamientos, porque muchos días y años de vida y de paz te aumentarán” (Proverbios 3:1-2).

“Él me enseñaba diciendo; retén mis razones en tu corazón, guarda mis mandamientos y vivirás” (Proverbios 4:4).

 

Dr. Tomás Ramírez
Extracto del libroPromesas que curan

(Puede adquirir el libro en la Farmacia de la Clínica Canoas).

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